Con recuerdos innolvidables, con gran nostalgia recuerdo al primer personaje que me abrió las puertas de su casa para poderlo entrevistar. Rafael Camino, uno de los hombre más sencillos que conozco... Una inspiración...
“Jacchigua es mi vida, es la sangre que recorre mis venas, es mi caminar, mi forma de ser, mi todo. Son los colores hermosos de las flores silvestres, las facciones de los indígenas, las miradas y los abrazos de los seres humanos. Es el lloro, el lamento, la alegría. Jacchigua es la libertad, los valores, es el hombre y la mujer, es Ecuador, es la esencia de mi patria para el mundo”.
Con una sonrisa que nunca desapareció Rafael nos acogió en su choza, réplica del lugar donde creció con su madre y sus siete hermanos, hablando con sinceridad me hizo imaginar su pasado, su realidad, su historia y solamente en aquel panorama andino: un lugar mágico, intensamente peculiar que con sus tantos artefactos y vasijas, el sonidos de las aves cercanas y la voz de un hombre, me llevaron a entender y acercarme a su naturaleza para poder emprender un viaje de antaño y descubrir quién es Rafael Camino, creador y director de Jacchigua.
Se necesita ser un eterno soñador para lograr lo que Rafael Camino a lo largo de su vida ha cosechado. Nace en Pilligsillí, en la provincia del Cotopaxi, acurrucado en el manto de su madre analfabeta que con sus enseñanzas forma su raíz humana, la misma que lo llevaría a lograr amar a su patria pluricultural y a su gente; a ser un ser humano que valora a cada individuo, cada cultura y cada pensamiento. Convive día a día con el indígena y con el mestizo, admira con emoción los colores de su tierra, los sabores de su comida y de sobre manera los matices culturales, las costumbres y los juegos infantiles con niños indígenas, que inocentes, como me cuenta en una de sus historias Rafael, le enseñan a compartir su espíritu libre y luchador y a realzar su respeto por cada ser humano.
Lustrando zapatos y vendiendo el queso que su madre le regalaba, logra sobrevivir mientras estudiaba en Latacunga su bachillerato y luego la universidad en Quito, donde su carrera de Veterinario se ve truncada por la clausura de su universidad “pero la enseñanza más grande fue saberme valorar y así aprender a valorar a los demás” me dijo Rafael. Sin embargo, agradece a su destino porque hizo que su camino terminara en su pasión, el baile y estudiando en una academia de educación física logra vincularse y abrirse paso en la danza. Conoce el ballet de Patricia Aulestia pero antes de poder formar parte de él, ellos viajan hacia México sin que Rafael pueda participar. Su ímpetu inquebrantable le da el coraje para tomar la decisión de comenzar a hacer su sueño realidad y con esta actitud de lucha diaria logra representar lo más sublime del ecuatoriano, su esencia, su espíritu… Su cultura.
Minuto a minuto fue viviendo con “la odisea de hacer arte popular”, como él me dijo, y crear así Jacchigua que con el apoyo de muchos, “tantos que son innombrables”, sigue forjándose como parte de nuestra identidad y se vincula en nuestro vivir diario, en nuestro espíritu mestizo y en nuestra mezcla indígena. El ballet está integrado por 400 bailarines aproximadamente incluyendo a sus hijos y nietos con quienes ha luchado para recibir el mejor de los regalos, compartir el escenario con algunos de ellos; “nunca se ha seleccionado a ningún integrante de Jacchigua, todos han llegado por sus propios medios”, tratados de igual manera, en un trabajo donde las enseñanzas no solo son bailar sino formarse como seres humanos y mediante el estudio de la Antroposofía, que años atrás Rafael realizó, ahora enseña su sencillez y su pasión logrando traspasar fronteras representando al país al más alto nivel.
Pero como Rafael lo dice, Jacchigua dejó de pertenecer a Rafael Camino, Jacchigua es una creación tan trascendental que obliga una responsabilidad de cada individuo, de cada integrante, de cada representante, de todos nosotros que vivimos la pluricultura ecuatoriana y sobre todo dejó de pertenecer a un solo corazón, está en cada latido de nuestro ser mestizo, en cada horizonte. Porque es un proyecto muy grande que debe seguir creciendo generación tras generación y que es responsabilidad de cada uno donde la más grande debe precisarse en la de ser humano a ser humano defendiendo los colores de nuestros campos, los colores libres del arcoíris, los de nuestra tierra, los que usan todos los mestizos, chagras y montubios: los colores de nuestra esencia que ya no es nuestra, es de un país, de un continente del mundo para el mundo.
La lucha diaria por llegar a cumplir su meta de formar un ballet nacional que represente su patria lo llevó a ser ahora uno de entre los ocho coreógrafos más importantes del mundo y llevar el Ecuador a lugares inimaginables en Europa y Asia recibiendo reconocimientos a nivel mundial como portar la bandera de la paz en su obra maestra, ser nombrado museo viviente por el colorido de sus trajes y la majestuosidad de su baile, entre otras altísimas distinciones que han hecho que Jacchigua sea nombrado Patrimonio Cultural Intangible, reconocimiento mediante el cual se garantiza su mantenimiento en el vivir diario de las personas y en la intromisión cada vez más profunda de su cultura en el mundo.
Las presentaciones son todos los miércoles de siete y media de la noche a nueve y treinta y cinco en la Casa de la Cultura.
Que hermosa historia, gracias por compartir esta información con la gente del Ecuador, es un gran ejemplo de perseverancia.
ResponderEliminarRealmente admirable el espíritu y ganas de sobresalir, una vez más quedo demostrado que el mundo entero conspira para alcanzar un sueño cuando uno realmente hace hasta lo imposible por alcanzarlo.
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